jueves, 7 de enero de 2021

Miguel de Unamuno, obras

 Miguel de Unamuno y Jugo (Bilbao, 29 de septiembre de 1864 - Salamanca, 31 de diciembre de 1936) fue un escritor y filósofo español perteneciente a la generación del 98. En su obra cultivó gran variedad de géneros literarios como novelaensayoteatro y poesíaRector de la Universidad de Salamanca a lo largo de tres periodos, también fue diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República, de la que se fue distanciando hasta el punto de secundar la sublevación militar que dio inicio a la guerra civil, si bien terminó retractándose de dicho apoyo.

Narrativa

La obra narrativa de Miguel de Unamuno, en orden cronológico, es la siguiente:

  • Desde 1886 escribió un total de 87 cuentos y relatos cortos. De ellos, en 1913 seleccionó solo veintiséis para su libro El espejo de la muerte.​ Destacan el que da título al libro o Revolución en la biblioteca de Ciudámuerta.​
  • Paz en la guerra (1897), obra en la cual utiliza el contexto de la tercera guerra carlista (que conoció en su niñez) para plantear la relación del yo con el mundo, condicionado por el conocimiento de la muerte.
  • Amor y pedagogía (1902), que une lo cómico y lo trágico en una reducción a lo absurdo de la sociología positivista.
  • Recuerdos de niñez y mocedad (1908) es una obra autobiográfica. En ella el autor vasco reflexiona sobre los primeros años de su vida en Bilbao.
  • El espejo de la muerte (1913), libro de cuentos.
  • Niebla (1914), obra clave de Unamuno, que él caracteriza con el nombre «nivola» para separarla de la supuesta forma fija de la novela.
  • En 1917 escribe Abel Sánchez, donde invierte el tema bíblico de Caín y Abel para presentar la anatomía de la envidia.
  • Tulio Montalbán (1920) es una novela corta sobre el problema íntimo de la derrota de la personalidad verdadera por la imagen pública del mismo hombre.
  • También en 1920 se publican tres novelas cortas con un prólogo de gran importancia: Tres novelas ejemplares y un prólogo.
  • La última narración extensa es La tía Tula (1921), donde se presenta el anhelo de maternidad ya esbozado en Amor y pedagogía y en Dos madres.
  • Teresa (1924) es un cuadro narrativo que contiene rimas becquerianas, logrando en idea y en realidad la recreación de la amada.
  • Cómo se hace una novela (1927) es la autopsia de la novela unamuniana.
  • San Manuel Bueno, mártir (1930), en la que habla de un sacerdote que predica algo en lo que él no logra creer.
  • Don Sandalio, jugador de ajedrez (1930).
  • Diario íntimo (póstumo), escrito hacia 1897, publicado en 1970.

Novela

En la época literaria que rodeaba al autor por entonces, se exigían unos rígidos patrones de procedimiento a la hora de escribir y publicar una novela: una temática particular, líneas de tiempo y acción específicas, convencionalismos sociales... una especie de guion no escrito pero aceptado por todos. Y esto suponía a Unamuno un corsé del que pretendería desprenderse de alguna forma, para expresarse en sus páginas como estimara oportuno. Su solución fue inventar un nuevo género literario, al que bautizó como «nivola», y de esta forma, no podría obtener crítica ninguna en lo referente a reglas de estética o composición, porque solo debería atender a las reglas que él mismo hubiese diseñado para su nuevo género. Así lo expresa en Niebla (1914), en el capítulo XVII:

—¿Y cuál es su argumento, si se puede saber?

—Mi novela no tiene argumento, o mejor dicho, será el que vaya saliendo. El argumento se hace él solo.

—¿Y cómo es eso?

—Pues mira, un día de estos que no sabía bien qué hacer, pero sentía ansia de hacer algo, una comezón muy íntima, un escarabajeo de la fantasía, me dije: voy a escribir una novela, pero voy a escribirla como se vive, sin saber lo que vendrá. Me senté, cogí unas cuartillas y empecé lo primero que se me ocurrió, sin saber lo que seguiría, sin plan alguno. Mis personajes se irán haciendo según obren y hablen, sobre todo según hablen; su carácter se irá formando poco a poco. Y a las veces su carácter será el de no tenerlo.

—Sí, como el mío.

—No sé. Ello irá saliendo. Yo me dejo llevar.

—¿Y hay psicología?, ¿descripciones?

—Lo que hay es diálogo; sobre todo diálogo. La cosa es que los personajes hablen, que hablen mucho, aunque no digan nada (...). El caso es que en esta novela pienso meter todo lo que se me ocurra, sea como fuere.

—Pues acabará no siendo novela.

—No, será... será...nivola.

Filosofía

La filosofía de Unamuno no fue sistemática, sino una negación de cualquier sistema y una afirmación de fe «en sí misma». Se formó intelectualmente bajo el racionalismo y el positivismo y durante la época de su juventud escribió artículos en los cuales se apreciaba claramente su simpatía por el socialismo y expresaba una gran preocupación por la situación en la que se encontraba España.

La influencia de filósofos como Adolf von Harnack provocó el rechazo de Unamuno por el racionalismo. Tal abandono queda de manifiesto en su obra San Manuel Bueno, mártir, donde los personajes principales simbolizan las tres virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y la metáfora de la nieve cayendo sobre el lago ilustra su postura en favor de la fe —la montaña sobre la cual la nieve crea formas, paisajes, frente al lago, donde ésta se disuelve y se transforma en nada—. Su pensamiento religioso se ha inscrito en el existencialismo cristiano.

Para él la muerte es algo definitivo, la vida acaba. Sin embargo, pensaba que la creencia de que nuestra identidad sobrevive a la muerte es necesaria para poder vivir. Desde luego, se necesita creer en un Dios, tener fe, lo cual no es racional; así siempre hay conflicto interior entre la necesidad de la fe y la razón que niega tal fe.​ Del mismo modo, el sentimiento y la razón son como el agua y el aceite: no se pueden mezclar ("piensa el sentimiento y siente el pensamiento"). Es considerado uno de los predecesores de la escuela existencialista que, varias décadas después, encontraría su auge en la filosofía europea como reflejo de las dudas que sobre la condición humana suscitaron las grandes guerras mundiales. Así, llegó a decir que estudió danés para leer directamente a Søren Kierkegaard, a quien en sus obras solía llamar, en su peculiar y cordial estilo, «hermano»; sin embargo, la raíz de su interés por los idiomas nórdicos es muy anterior a su descubrimiento del filósofo, y tiene que ver con su lectura de las obras del filósofo sefardí danés Georges Brandes y el teatro del noruego Henrik Ibsen que incitó en él su amigo nordicófilo Ángel Ganivet, como ha señalado el biógrafo del escritor bilbaíno Emilio Salcedo.

Como cervantista, fue autor de una Vida de Don Quijote y Sancho (1905).

La preocupación por España se manifestó en los ensayos recogidos en sus obras:

  • En torno al casticismo (1895);
  • Vida de Don Quijote y Sancho (1905);
  • Por tierras de Portugal y España (1911).

Durante la guerra y a partir de agosto de 1936, Unamuno comenzó a tomar apuntes para un libro que no llegaría a escribir y en el que plasma su testamento político: El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y la guerra civil españolas.

Sus obras más puramente filosóficas son:

  • Del sentimiento trágico de la vida (1912) y
  • La agonía del cristianismo (1925).

Poesía

Fue Unamuno fundamentalmente un gran poeta del Posromanticismo; las paradojas de esta estética estaban muy asentadas en él. Para Unamuno el arte era un medio de expresar las inquietudes del espíritu. Por ello, en la poesía y en la novela trata los mismos temas que había desarrollado en los ensayos: su angustia espiritual y el dolor que provoca el silencio de Dios, el tiempo y la muerte; la preocupación patriótica, el cainismo, el exilio, la necesidad de pervivencia individual y la imposibilidad de conciliar sentimiento y pensamiento. Le conmovía además el paisaje austero de Castilla, que reflejaba con su casticismo la identidad y el espíritu sacrificado y noble que él pretendía encarnar.

Siempre se sintió atraído por los metros tradicionales y, si bien en sus primeras composiciones procura eliminar la rima, más tarde recurre a ella, sintiendo particular predilección por el romance y el soneto. La crítica ha señalado su escasa atención a la sonoridad del verso en una época en que era lo común exagerarla (modernismo) así como la escasa imaginación de sus metáforas, pero ha apreciado en él el gran dominio del concepto y su gran inspiración posromántica. De hecho, él mismo consideraba que era el género que más le expresaba. Entre sus obras poéticas destacan: Poesías (1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velázquez (1920), Andanzas y visiones españolas (1922), Rimas de dentro (1923), Teresa. Rimas de un poeta desconocido (1924), De Fuerteventura a París (1925), Romancero del destierro (1928) y Cancionero (1953).

Ya desde su primer libro, Poesías (1907), se perfilan los temas que van a dominar en la poética unamuniana: el conflicto religioso, la patria y la vida doméstica. Dedicó a la ciudad estas bellas palabras: «Salamanca, Salamanca, renaciente maravilla, académica palanca de mi visión de Castilla».

Tosco y prosista, nunca se le ha reconocido por versos armoniosos y trabajados, sino por estrofas breves, castellanas y muy personales: en palabras de Ramón Irigoyen, prologuista de Niebla en la edición de El Mundo, Unamuno siempre fue un «eyaculador precoz del verso», haciendo referencia a su escaso detenimiento en la revisión de sus poemas conclusos, en comparación con otros poetas de la época tales como Machado o Juan Ramón Jiménez.

Teatro

La obra dramática de Unamuno presenta su línea filosófica habitual; de ahí que obtuviera un éxito más bien escaso. Temas como la indagación de la espiritualidad individual, la fe como «mentira vital» y el problema de la doble personalidad son tratados en La esfinge (1898), La venda (1899) y El otro (1932). Actualiza la tragedia euripidea en Fedra (1918) y traduce la Medea (1933) de Séneca.

El teatro unamuniano tiene las siguientes características:

  1. Es esquemático, está despojado de todo artificio y en él sólo tienen cabida los conflictos y pasiones que afectan a los personajes. Esta austeridad es influjo de la tragedia griega clásica.
  2. Si los personajes y los conflictos aparecen desnudos, la escenografía también se ve despojada de todo artificio. Es una escenografía simplificada al máximo.
  3. Lo que realmente le importa es presentar el drama que transcurre en el interior de los personajes y, sin duda, de su interior.

Con la simbolización de las pasiones y la austeridad tanto de la palabra como escenográfica, el teatro unamuniano entronca con las experiencias dramáticas europeas y abre un camino a la renovación teatral española, que será seguido por Ramón Valle-Inclán, Azorín y, más tarde, Federico García Lorca.

Obras teatrales

  • La esfinge (1898)
  • La venda (1899)
  • La princesa doña Lambra (1909)
  • La difunta (1909)
  • El pasado que vuelve (1910)
  • Fedra (1910)
  • Soledad (1921)
  • Raquel encadenada (1921)
  • Sombras de sueño (1926)
  • El otro (1926)
  • El hermano Juan o el mundo es teatro (1929)
  • Razón y fe

Libros de viajes

  • Apuntes de un viaje por Francia, Italia y Suiza (1889, impreso en 2017)
  • Paisajes (1902)
  • De mi país (1903).
  • Por tierras de Portugal y España (1911)
  • Andanzas y visiones españolas (1922)
  • Paisajes del Alma (1979)
  • Madrid, Castilla (2001)

Epistolario

Unamuno fue un auténtico epistológrafo. "Solía escribir tres o cuatro cartas diarias, se podrían contabilizar unas cincuenta mil misivas. Y solamente en la Casa de Unamuno hay veinte mil recibidas. Pero, durante el franquismo, muchos se deshicieron de las cartas que les enviaba el escritor por miedo…".​ La edición más reciente y completa de sus cartas (2017), realizada por los hispanistas Colette y Jean-Claude Rabaté, se compone de ocho volúmenes (Epistolario. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 2017-) con 8000 páginas y cerca de 3000 cartas.


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